De lo local a lo global: El psicoanálisis en movimiento.

El nuevo Grupo Aragonés de Estudios Psicoanalíticos

Elizabeth Palacios García

10/3/2025

GAEP
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Como saben, la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) se fundó en 1910, en Núremberg, por iniciativa de Freud (1914/1996) y Ferenczi (1910/1988), con Jung como primer presidente y sede en Zúrich. Ya en 1906 se intentó poner en marcha programas formativos en el hospital Burghölzli, pero fracasaron tras la ruptura entre Freud y Bleuler. En 1920 se inauguró en Berlín el primer instituto de formación psicoanalítica, donde Max Eitingon diseñó las “Richtlinien” (directrices, lineamientos), modelo que pronto se convirtió en referencia mundial para la enseñanza del psicoanálisis. Comienzos de los comienzos.

La constitución del Nuevo Grupo de la IPA en Aragón es, en sí misma, un nuevo comienzo. Primer paso, que tras intenso trabajo, permitiría la constitución de una nueva sociedad componente.

Para Zaragoza, representa un hito de especial relevancia en el desarrollo del psicoanálisis en España. Como señala Fanny Elman Schutt, la ciudad llevaba tiempo ocupando un lugar en el mapa del psicoanálisis español, aunque de forma velada. En Aragón, la figura del doctor Ramón Rey Ardid desempeñó un papel singular no solo por su labor clínica y docente, sino también por su contribución a la difusión del psicoanálisis en lengua española. Tras la monumental traducción de las Obras completas de Freud realizada por Luis López-Ballesteros y de Torres para Biblioteca Nueva en las décadas de 1920 y 1930, Rey Ardid asumió en años posteriores tareas de revisión y continuidad cuando el traductor se hallaba en el ocaso de su trayectoria. Su formación médica y psiquiátrica aportó rigor terminológico y matices clínicos que reforzaron la calidad de la versión española, facilitando su recepción en ámbitos académicos y sanitarios. Desde su cátedra de Psicología Médica en la Universidad de Zaragoza y la dirección del Sanatorio Psiquiátrico Nuestra Señora del Pilar, contribuyó a difundir ideas psicoanalíticas en el panorama intelectual y clínico aragonés, que posteriormente quedaron en parte postergadas.

Formar parte de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) supone ingresar en una tradición centenaria que resguarda la especificidad de nuestra disciplina y fija estándares formativos, éticos y científicos de reconocimiento internacional. Integrarse en este entramado no significa solo obtener una acreditación, sino participar de una comunidad viva, articulada en más de un centenar de comités dedicados a la investigación, la formación, la ética, la infancia y la adolescencia, las migraciones, la violencia, la cultura, el cambio climático y el impacto de la tecnología en la subjetividad contemporánea a escala global.

¿Qué supone pertenecer a esta comunidad? Como ya planteaba Ferenczi -y recordó Heribert Blass (2025) en Lisboa el pasado julio-, se trata de un conjunto de “personas afines” o “personas con afinidades” que “tratan de coincidir en lo esencial” o “tienen un horizonte de sentido compartido”, dejando espacio a la diversidad y la creatividad. En este sentido, la IPA reúne a quienes se sienten convocados por ciertas ideas fundamentales, sin pretender un encuentro absoluto de pensamientos; por el contrario, reconoce que de las diferencias surge lo nuevo y se enriquecen las tradiciones existentes.

El psicoanálisis, como enseñó Bion (1962), es un proceso de transformación: de lo informe a lo pensado, de la emoción bruta a una simbolización compartida. Cada análisis transforma y, en un sentido más amplio, cada encuentro con colegas -en seminarios, congresos o comités- es a la vez ocasión para transformar y ser transformados. En este marco, el concepto de campo analítico de los Baranger (1961/2008) recuerda que lo que acontece no pertenece en exclusiva ni al analista ni al paciente, sino que se despliega en un espacio común, co-creado y dinámico. De modo análogo, pertenecer a la IPA es habitar un campo institucional en el que lo singular se potencia en el diálogo con lo colectivo.

A este horizonte se suma la perspectiva de Janine Puget (2006), cuyo pensamiento rizomático y dinámico nos invita a aceptar la complejidad y a sostener la diferencia como motor de novedad y de nuevas subjetividades. Como ella señaló, “hagámonos amigos de los conflictos. El conflicto hace a la vida”. Lejos de recurrir a soluciones prematuras o a armonías forzadas, el psicoanálisis, en el mejor de los casos, nos ayuda a generar estados mentales capaces de sostener la tensión y a descubrir en ella posibilidades de conexión y creatividad.

En esta misma dirección, la ética propia del psicoanálisis se configura a la vez como ethos y como práctica viva. Ethos en su sentido originario: la morada, el lugar donde podemos habitar con nosotros mismos y con los otros, mediados por ese límite simbólico que en psicoanálisis denominamos castración; es decir, la aceptación estructural de que no todo es posible y de que el narcisismo ha de encontrar un freno en el otro, en nosotros mismos y en la ética que legitima nuestro modo de proceder frente al prójimo. El psicoanálisis nos invita, así, a habitar mundos internos y externos donde sea posible vivir, soñar y compartir.

En un conversatorio reciente, Virginia Ungar y Claudio Eizirik (2025) recordaron a Emmanuel Levinas (1998), quien sostenía que somos responsables de los otros. Esa misma idea resuena en Fiódor Dostoievski (1880/2003), en Los hermanos Karamazov, donde el padre Zósima enseña a sus discípulos que cada persona es responsable no solo de sí misma, sino también de todos los demás: “Cada uno de nosotros es culpable ante todos, por todos y por todo, y yo más que los otros”. Este pasaje suele interpretarse como una ética de la responsabilidad radical compartida, muy cercana a la propuesta de Levinas (1998), y se cita con frecuencia en ámbitos filosóficos y psicoanalíticos mediante fórmulas como “somos culpables de todos” o “cada uno es culpable de todo y de todos”.

Neutralidad, abstinencia, confidencialidad y respeto por la verdad singular del paciente constituyen los pilares de esta ética -a la vez ciencia y arte-. Supone acompañar, no dirigir; sostener un setting que permita el despliegue de la transferencia y reconocer la contratransferencia como parte del campo; mantener la tensión entre la clínica y lo social, entre lo reprimido y lo negado, entre el cuidado del paciente y el autocuidado del analista. La ética del psicoanálisis exige responder a los desafíos de la época: la distorsión de la verdad que alimenta el odio y la violencia; los efectos de los cambios tecnológicos, que atrapan a los pacientes en circuitos de urgencia; y la presión de contextos polarizados que puede tentar al analista a actuar desde posiciones ideológicas.

En este marco, la tarea analítica exige sostener el espacio de pensamiento frente a la inmediatez y mantener un compromiso radical con la verdad psíquica y la dignidad humana. Spinoza (1677/1980) suele citarse en foros analíticos al recordar que el hombre virtuoso es aquel que coopera con los otros, incrementando así la potencia común. La ética del psicoanálisis es, en este sentido, una ética del ser en conjunto.

En el último Congreso de Lisboa, el nuevo presidente de la IPA, Heribert Blass (2025), subrayó la experiencia de encontrarse con colegas. Es en ese encuentro de miradas y voces diversas donde el psicoanálisis se renueva y se expande. Y, como señaló Harriet Wolfe (2025), aun en tiempos de crisis, guerra y catástrofe ambiental, el psicoanálisis ofrece no solo ayuda en los estados de emergencia, sino también esperanza: la esperanza de que, en el trabajo analítico, lo herido encuentre palabras, lo fragmentado adquiera sentido y lo perdido se transforme en la posibilidad de un nuevo comienzo.

En este sentido, el Nuevo Grupo de IPA en Aragón no solo amplía el mapa institucional en España -junto a las históricas sociedades de Barcelona y Madrid-, sino que abre un espacio donde colegas sagaces y deseosos de ampliar sus miras hallen un terreno fértil para crecer. Aquí, el trabajo con la propia mente se entrelaza con el compromiso de acercarse a otros psiquismos de modo respetuoso, capaz de ensoñarlos y acompañarlos en su sufrimiento. Al mismo tiempo, lo local se enlaza con lo global: una comunidad internacional que ofrece múltiples posibilidades.

Este nuevo grupo se propone como un espacio de formación, investigación y encuentro, donde la práctica clínica y la reflexión teórica se nutren de la pluralidad, la curiosidad y el debate de ideas. Un campo en el que la urgencia de nuestro tiempo convive con la esperanza en la capacidad transformadora del psicoanálisis, sostenida por vínculos que trascienden fronteras y reafirman, una y otra vez, la potencia de lo humano compartido.

En Aragón comienza algo nuevo: surge un Grupo bajo el amparo de la Asociación Psicoanalítica Internacional y, con él, la invitación a un viaje. No es solo un hecho institucional, sino una apertura. Una puerta hacia un trabajo profundo con la propia mente que, como instrumento, nos permita acercarnos a los otros y ayudarles a descubrir su verdad más ignota. El psicoanálisis pide detenerse: silencio, escucha, paciencia. Nos convoca a descender a lo más íntimo de nuestra experiencia para aprender a habitarla con cuidado. Solo quien se ha dejado atravesar por su mundo interno puede acercarse al psiquismo del otro con respeto; con la delicadeza de quien se permite ensoñar y con la ductilidad de quien se deja conmover por el sufrimiento ajeno, acompañándolo sin reducirlo ni apresarlo.

Este es el sentido de crear un nuevo espacio IPA en Zaragoza: entrelazar lo local y lo cercano con lo universal y lo lejano. Que colegas de Aragón y de las localidades vecinas encuentren aquí la posibilidad de crecer sin abandonar sus raíces y, a la vez, en conexión con una red que se extiende por todo el mundo. La IPA, con más de un centenar de comités y sus cuatro regiones, es una comunidad vibrante que dialoga sobre los grandes temas humanos; un tejido vivo en el que cada voz singular se suma al coro de una tradición centenaria.

El Nuevo Grupo de Estudios de IPA en Aragón aspira a ser eso: un espacio de acogida y de búsqueda. Un lugar donde el colega sagaz y deseoso de ampliar sus miras halle un terreno fértil para crecer. Un ámbito en el que el trabajo con uno mismo se vuelve camino compartido y donde cada análisis, cada conversación y cada intercambio se transforman en semilla de comunidad.

En Zaragoza, hoy, se abre una puerta. Tras ella late la posibilidad de acompañar al ser humano en su hondura, de pensar lo contemporáneo sin miedo y de sostener la fragilidad y la grandeza de la vida psíquica. Allí donde se escucha y se sueña, donde lo local se enlaza con lo global, comienza a escribirse esta nueva página del psicoanálisis en España.

En Lisboa (2025) se reflexionó sobre “La formación psicoanalítica: pasado, presente y futuro” y se subrayó que la preparación de nuevos psicoanalistas, con rigor y cuidado, es una responsabilidad ética tanto de las instituciones como de sus miembros. En esta línea, resulta indispensable debatir el contexto, la ética y los desafíos contemporáneos de la formación, teniendo en cuenta que la IPA nos reúne bajo principios éticos comunes, mientras convivimos con instituciones locales y regionales, cada una con sus particularidades. Reconocer semejanzas y diferencias, y sostener la convivencia, es esencial. Existe una ética psicoanalítica general atenta a los contextos; sin embargo, lo que nos cohesiona como comunidad es el consenso en torno al código ético de la IPA. Trabajar en esta dirección, con este ideario siempre presente, supone para nosotros no solo una apuesta hacia el futuro, sino también un compromiso vivo con la transmisión y el fortalecimiento de nuestra práctica psicoanalítica.

El Grupo IPA Aragón os brinda la posibilidad de formar parte de una red que, tras más de un siglo, sigue viva: compartir el trabajo de escuchar y ensoñar, y descubrir juntos, en cada encuentro, la riqueza profunda de lo humano.

Referencias:

  • Bion, W. R. (1962). Learning from experience. Heinemann.

  • Baranger, M., & Baranger, W. (1961/2008). La situación analítica como campo dinámico., En J. C. Ríos (Comp.), Obras completas (pp. 235–254). Paidós. (Trabajo original publicado en 1961).

  • Blass, H., (2025), Closing remarks at the IPA Congress. Lisboa: International Psychoanalytical Association.

  • Dostoievski, F. (1880/2003). Los hermanos Karamázov. Alianza Editorial. (Obra original publicada en 1880).

  • Eizirik, C. L. (2018). Transformations in psychoanalysis. Routledge.

  • Ferenczi, S. (1910/1988). Contributions to psychoanalysis. Karnac. (Trabajo original publicado en 1910).

  • Freud, S. (1914/1996). La historia del movimiento psicoanalítico. En J. Strachey (Ed. y Trad.), Obras completas (Vol. 14, pp. 1-66). Amorrortu. (Trabajo original publicado en 1914).

  • Levinas, E. (1998). Ética e infinito. Trotta.

  • Money-Kyrle, R. (1971). Psychoanalysis and ethics. International Universities Press.

  • Puget, J. (2006). Lo disruptivo en psicoanálisis. Paidós.

  • Spinoza, B. (1677/1980). Ética demostrada según el orden geométrico (A. Domínguez, Trad.). Alianza Editorial. (Obra original publicada en 1677).

  • Ungar, V., & Eizirik, C. L. (2025). Conversatorio Entre la ética y el contexto: El desafío del psicoanálisis en Latinoamérica.FEPAL.

  • Wolfe, H. (2025). Closing remarks at the IPA Congress. Lisboa: International Psychoanalytical Association.