EL PSICOANÁLISIS Y LA ADOLESCENCIA, UNA VENTANA AL FUTURO

Maria Elena Abdulmassih

5/28/20243 min leer

Cuando caminas las preciosas calles de Zaragoza, una de las tres provincias de Aragón y su capital, una de las cosas que más llaman la atención es la cantidad enorme de jóvenes adolescentes que transitan por ellas, ya sea que arriben de otros pueblos cargados con sus maletas destinados a estudiar en sus universidades o ya sea que se nazca acá, es innegable la potencia de su presencia, la vitalidad en tránsito y el carácter jovial, otros taciturnos, en manada o a solas, con el que revisten a esta imponente capital de Aragón. Los veo y como psicoanalista no puedo dejar de imaginar a cada uno en su propia historia, muy singular y única, pero enmarcada en otras historias que les cruzan, y que les tocará desentrañar por sí mismos, a la hora de independizarse, o si es que acaso se deciden con valentía, ganas y coraje a tocar tu puerta, buscar más allá, interrogarse sobre su existencia, e intentar pensarse con la perspectiva profunda que les puede aportar una entrevista con un psicoanalista en lo que duran cincuenta minutos de sus vidas.

Edipo me recuerda a estos adolescentes, en la búsqueda de sí mismos, curiosos por conocer y ver lo que se les avecina, preocupados por su futuro, por el destino siempre incierto que el azar nos depara, pero en ellos, cuestionándose centralmente decisiones importantes como la elección de pareja y su elección vocacional de carrera profesional, su manera de estar en el mundo, en la posibilidad de ser ellos mismos a futuro como adultos.

Muchos conocen el Mito griego de Edipo, relato que aun ha sobrevivido en nuestra cultura contemporánea, puesto en vigencia como significación central de las teorías psicoanalíticas que surgen desde la clínica del niño y el adolescente, desde Freud hasta nuestros días.

En el mito, Edipo decide huir de su presente, el cual en realidad no conoce, aunque lo cree o lo da por sentado o sabido, ya que, en sus antecedentes infantiles, desconocidos para Edipo, Pólibo, rey de Corintio, casado con Mérope, no había tenido hijos y había adoptado a Edipo recién nacido y criado como suyo hasta la adolescencia. Así de signada o minada de oportunidades y riesgos esta la adolescencia de cualquier mortal, en su cruce de caminos y tiempos desde la infancia hasta la adultez, es por ello que los psicoanalistas usamos este modelo o mito para mostrar la importancia de esta etapa transicional, para reconocer el pasado como portador de verdades infantiles a veces indescifrables del futuro, cuando por desubicación el adolescente no sabe comprender las enseñanzas de su pasado y en sus actos muchas veces, inconscientes, queda condenado a repetirlas.

Edipo entonces es el enigma del tiempo infantil que se desconoce, un poco por el proceso psíquico profundo de desidentificación de los modelos parentales y un poco porque se está avanzando en la metamorfosis de la adultez.

El adolescente también está en constante ubicación y transformación desde el punto de vista físico, muscular, hormonal y el neurológico; en este último, está implicada la poda de sus sinapsis excesivas que se producen en los primeros años de la infancia y que terminan con la eliminación de las conexiones que ya no son funcionales y operativas para el recableado de las conexiones sinápticas que se requieren en los patrones similares cognitivos superiores de la vida adulta.

Este proceso neurológico también conduce al olvido del tiempo infantil, eliminándose muchos de los recuerdos y conexiones implicadas, luego de diez años de iniciada la poda en el adolescente, se dice que un joven adulto ya ha eliminado casi el 50% de sus sinapsis que tenía a los dos años de edad.

Por ello es importante entender al adolescente desde estas distintas vertientes aportadas por la mitología, el psicoanálisis y la neurofisiología. Ya que el Edipo del adolescente, es el modelo de un joven que, debido a su deseo de conocer con curiosidad su futuro y su destino, si bien decide consultar el oráculo que bien pueden representar sus propios impulsos psíquicos inconscientes a actuar, sus congéneres o a la moda de la sociedad actual, la respuesta que este le otorga, le resulta indescifrable, lo que le lleva a malentender y complicar su destino genealógico innecesariamente con actos que le llevan a precipitar su destrucción, que en el mito de Edipo se impulsa, matando al padre que creía no ser el suyo y desposándose con la madre que creía no ser la suya.