¿EN QUÉ CONSISTE FORMARSE COMO PSICOANALISTA?


La decisión de ser psicoanalista graduado de un Instituto de formación acreditado por la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) es un paso muy importante y decisivo para quien desee ser un especialista en el área de la salud mental y que ya se haya graduado de Psicólogo especialista en Psicoterapia Psicoanalítica o para un Médico Psiquiatra o un Médico en otra especialidad pero que posea experiencia psicodinámica.
Todos los psicoanalistas que entran en este entrenamiento en un instituto de formación, deben tener ya años previos de formación profesional como especialistas en sus áreas, análisis individual de al menos tres veces por semana, supervisiones con analistas didactas y una consulta activa como medio para acceder a los requisitos mínimos con los que entrar a solicitar la formación en Psicoanálisis.
La formación psicoanalítica es intensa, apasionante, demandante, enriquecedora, y conlleva una profunda comprensión de las dimensiones de la psique. Es importante tener un tiempo de edad que permita la madurez y el recorrido de la experiencia terapéutica en ejercicio, estar preparado para enfocarse en el entrenamiento con muchas ganas de descubrir con seriedad, curiosidad y pasión el mundo interno propio y de los otros. El futuro analista debe tener un monto libidinal de amor y respeto por la verdad a descubrir y haber resuelto mucho de su situación financiera a lo largo de su carrera profesional, para abocarse a la experiencia transformadora que es la formación de su ser como psicoanalista.
El trípode de la formación psicoanalítica desde Freud implica: un psicoanálisis personal individual con un psicoanalista en función didáctica, debidamente acreditado como tal por la IPA, supervisión semanal durante el primer año con un psicoanalista en función didáctica también, que se va ampliando a dos supervisiones semanales durante sus cinco años de formación y seminarios teóricos, técnicos y clínicos una vez por semana, realizados junto al resto del grupo de psicoanalistas en formación, en el instituto de su sociedad.
Todo esto implica un esfuerzo continuo, ininterrumpido durante estos cinco años, con una consulta activa previa, de esta nueva carrera profesional, en la que el terapeuta inicialmente entra como candidato en formación, y a lo largo de este tiempo se va convirtiendo, transformando y formando como psicoanalista.
Ese nivel de transformación del ser individual del psicoanalista no es teórico, sino experiencial. Es decir, requiere como condición el haber atravesado y elaborado y aprendido en carne y mente propia, de la experiencia de los diversos escenarios de conflictos, resistencias, ansiedades, fantasías parentales e infantiles que se gestan y despliegan desde su propio inconsciente, durante sus años de formación. En la observación de la clínica con sus pacientes, en las transferencias laterales con sus colegas, con la institución que lo forma y de la que hará parte, y en la transformación extensa de su núcleo ético en el que se interroga e incorpora los significantes y postulados del psicoanálisis en su neutralidad y abstinencia ante la escucha, logrado a través del permanente acompañamiento de su análisis privado personal, en el que aborda extensamente para comprender con honestidad, intimidad, confianza y respeto la emergencia de las más diversas emociones, fantasías, intolerancias a la frustración, y dificultades en el conocimiento de la teoría, la práctica clínica que requiere comprender ampliamente ya que la misma está implicada en la óptica emocional e intuitiva de atención en diván de sus pacientes.
La formación de un psicoanalista está diseñada para ampliar los vértices emocionales, experienciales y del conocimiento profundo de la mente en un especialista que desee cumplir con los requisitos de comprender e investigar de manera distinta, desde una óptica profesional y emocional y vivencial distinta y mucho más profunda, seria y estructurada la naturaleza humana.