REFLEXIONES EN TORNO A LA ESCUCHA ANALÍTICA
Entre los aspectos que definen el método psicoanalítico, la escucha analítica es de las más importantes. Es la que va a diferenciar al psicoanálisis de cualquier otra orientación psicoterapéutica.
El psicoanálisis como terapia requiere de quien lo practica un entrenamiento riguroso y profundo. Se trata, más allá del estudio teórico y técnico que puede llevar unos cuantos años de formación, de ir desarrollando una escucha diferente a cualquier otra escucha que se haya podido practicar antes.
Se inicia con la propia experiencia de ser escuchado de una manera diferente para irse convirtiendo uno mismo en el propio instrumento para escuchar a otros. Esto tiene un tiempo imposible de predecir porque se trata de descubrir un nuevo orden mental, el tempo propio que permite a la postre ordenar la secuencia de los sucesos, estableciendo un pasado, un presente y un futuro claramente discriminados y apegados al tiempo real.
El tiempo es un concepto fundamental para la experiencia humana que nos permite percibir la secuencia y el cambio en nosotros mismo y en el mundo que nos rodea. El tiempo exige mucho de nosotros y junto al espacio, del que es indivisible, nos sitúa en la realidad del aquí y el ahora.
Sin embargo, la escucha analítica busca captar aquello que va más allá del tiempo real, un tempo que tiene que ver con lo psíquico, lo emocional, lo onírico. Esta metáfora proveniente de la música puede resultar útil como símil de un tiempo y un espacio que, aunque no se pueda ver está allí a la par de lo visible.
El tempo, por tanto, es muy personal y a veces no depende para nada del tiempo real que todos conocemos. El tempo se puede transformar, puede evolucionar o también eternizarse, a pesar de nosotros mismos. Precisamente por eso no se puede acelerar ni intelectualizar.
Hay momentos en que el tempo y el tiempo coinciden, pero el tiempo suele seguir su camino mientras que el tempo va a su marcha y nos lleva a sentir o a actuar como si el tiempo no transcurriese. En ese interjuego se da la repetición, la transferencia y se crea el vínculo analítico muy diferente a cualquier otro que se haya experimentado antes.
La escucha analítica es una. Es la que hace al método. No importa cuál teoría psicoanalítica se siga. La escucha analítica es la que atiende al tempo. A ese tempo que se despliega de mil maneras, que inicialmente le son ajenas al sujeto y poco a poco va aprendiendo a identificarlas y a pensarlas gracias a ese vínculo analítico particular y único.
En la actualidad tanto el tiempo como el espacio se viven de forma diferente. Ambos están atravesados por las nuevas tecnologías; han ido produciendo cambios sociales y psíquicos que un psicoanalista contemporáneo debe tener en cuenta cuando pone en marcha su escucha analítica.
Independientemente del tiempo y espacio real que, al parecer seguirán cambiando, si como analistas nos centramos en el tempo, podremos variar muchas cosas y sin embargo mantener la esencia de nuestro método.
De allí que la escucha analítica contemporánea no puede ser estática ni rígida. Debe más bien, manteniendo su esencia, adaptarse a los tiempos que corren, si es que no quiere volverse obsoleta.

